lunes, 1 de noviembre de 2010

CORAZÓN DELATOR, Ted Parmelee, USA. 1953.

Primer dibujo animado en entrar en la clasificación X, por el British Board of Film Censores. Perdió el Oscar ante Disney con su Toot, Whistle, Plunk And Boom, no es por nada, pero la animación del corto de Disney entraba dentro de la receta de la época, lo educativo, junto a lo masonico, lo aparentemente inteligente, y bueno, otras bondades que la academia ponía en sus items de premiación. Y que nosotros de pequeños veíamos embelesados mientras nos sacábamos los mocos ¿Recuerdan ese corto donde a Donald le enseñan cuando los pitagóricos descubren la Octava Musical? Sí, educación de templo desde el televisor. Visto así, todo parece una gran conspiración de novela protagonizada por Robert Langdon.

Este cortometraje según he leído entra dentro de la categoría que muchos fans suelen tener: La de mejor adaptación. En lo particular, el cuento de Poe, ha sido uno de mis favoritos desde que lo leí por allá en el siglo pasado. Uno de esos cuentos que como Berenice, te hacen entrar en la piel de su protagonista, para descubrir la delgada línea que hay entre la cordura y la locura, y que a veces, cualquiera puede cruzarla sin darse cuenta, y caer inadvertidamente en se agujero negro que habita en cada uno de nuestros cerebros, esa demencia de asesino en serie televisivo que describe calle 13 en su Jhon, el esquizofrenico. Esa pequeña línea amarilla que te separa del vagón de metro, y que puede ser alterada cuando todos te empujan sin compasión al interior. Son esos momentos, los que te hacen dudar.

Y son esos momentos, los que te hacen disfrutar de un cuento como "El corazón delator."

Ahora bien, lo fantástico de este cortometraje, no proviene sólo de ser una adaptación de un cuento de Poe, el placer culposo presente, deviene en varias categorías, la segunda, que la narración en off, viene de la mano de James Mason, ese increíble actor que encarnaría a Humbert Humbert, en la "Lolita" de Kubrick, o que podemos ver al lado de esos monstruos como lo son Gregory Peck y Laurence Olivier en "Los Niños del Brasil".
Mason le imprime al cortometraje, esa atmósfera temible que puede hacerte sentir miedo real, con un tono de voz articulado y por momentos quebradizo, que se mantiene en una tensa calma, ese tono de voz, que Perkins tenía en su Bates.



Daniel.

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