domingo, 30 de mayo de 2010

Cassavetes

"Nunca nada es tan claro como se ve en el cine.

La mayor parte del tiempo la gente no sabe lo que hace –y me incluyo–.

No saben lo que quieren o lo que sienten. Solamente en las películas se sabe bien cuáles son los problemas y cómo resolverlos (...)

El cine es una investigación sobre nuestras vidas. Sobre lo que somos. Sobre nuestras responsabilidades –si las hay–.

Sobre lo que estamos buscando.

¿Por qué querría yo hacer una película sobre algo que ya conozco y entiendo?"

John Cassavetes

erre

CURIOSIDADES: Sobre adictos a la comida y al sexo.

Pocas veces ocurren cosas como estas:
Dos películas, de personajes en apariencia similares, y joyas que no llegan al recuerdo, ni a las carteleras.

EL AMOR POR LA COMIDA:

La primera "Fatso" (1980). Dirigida por la siempre (Aunque ya fallecida) grande, y como diría Pedro: "maravillosa criatura olvidada" Anne Bancroft (Aquella Ms. Robinson de "El graduado") En este caso su única película tras las cámaras, con un siempre divertido Dom Deluise (SpaceBalls, Silent Movie).


EL AMOR POR EL SEXO:



La segunda "Fatso" (2008) del realizador Noruego (desconocido, por estos lados) Arild Fröhlich.
Quien armó todo un revuelo en Europa por este film, en las fechas en que se estrenó. Una película aparentemente cargada de Sarcasmo, Hiper-Realismo, y humor mórbido.


Dos gordos, adictos, repulsivos, y tan parecidos.

Daniel.

NuevoCine


Erre

lunes, 24 de mayo de 2010

Shrugs, Alina Constantin, 2009

Una hermosa animación. Con esto se graduó Alina Constantin. Ajá, eso lo hace entrar en la caprichosa categoría de Student Film. Increíbles texturas, todo muy pictórico, animación muy sencilla, gestual, boceteada, desnuda. Una historia además muy poética. Recibió un premio en el festival Annecy 2010.




Pedro.

viernes, 21 de mayo de 2010

APUNTES SOBRE SubHysteria.

FRASES DE CUADERNO.

Las claves de SubHysteria no radican en sí es una película improvisada al 80%; (El otro 20% restante recae en las pautas dadas por el director a su equipo artístico, y esto nada de improvisado tiene, he de presumir) sino en lo que muestra, en la manera en que se dan los hechos, y de cómo derivó un planteamiento técnico en una película definitiva.

Todo aquello que enmarca al filme dentro de los paradigmas conceptuales en los que fue elaborado, son simplemente el armazón de una gran estrategia de Merchandising para llevar al público sediento de entretenimiento, al cine.

El problema radica fundamentalmente en eso. SubHysteria, no es entretenimiento, tal y como lo conocemos.

A pesar de que sus autores, de alguna manera le hayan hecho creer al público Venezolano, que así es. Es por ello que se pueden escuchar comentarios de los espectadores dentro de sala, y posteriores a la proyección, que denotan inconformidad o en el peor de los casos un sentimiento de estafa. Hubiésemos ido a ver otra película, A mí que me devuelvan mi dinero. La película es tan lenta que puedo ir a Higuerote y volver. Entre otras.

Esto desata la opinión extrema de quienes visionan el material, y construye un fenómeno crítico, que deriva hacia el gusto más pasional: La odias, o la amas.

Los problemas culturales de nuestra sociedad con respecto al arte cinematográfico, no radican tampoco, en sí estamos acostumbrados a ver cine francés o no, en sí nuestros ojos carecen de la inteligencia necesaria para entender un discurso manejado con sutileza, o en sí se tiene un gusto dogmatizado por el cine de una estructura institucionalizada, véase: Hollywood.

Nada más mediocre que pensar en eso.

El ser humano es mucho más complejo en su manera de racionalizar, y de entender lo que esta viendo. Y esa complejidad de cánones que derivan en el gusto, dan el resultado final de una valoración personal acerca de lo que es bueno y es malo.

SubHysteria se maneja dentro de ciertos códigos, que rompen estructuralmente, con aquellos que los teóricos denominan “El Modo de representación institucional” un catedrático diría, que el filme tiende hacia la opacidad, y este factor construye inmediatamente un lazo en lo que es conocido como el cine de autor. Ese cine que intenta llevar los recursos narrativos, técnicos y actorales, hacia otro espacio, un lugar donde el hecho cinematográfico, tenga una libertad más propia, con los deseos del autor.

SubHysteria, no es mala, ni tampoco es buena, de la misma manera como se podría decir lo mismo acerca de Titanic.

LA FORMA DEL EXPERIMENTO:

El cine guerrilla es un compuesto derivado de la necesidad de expresar algo cinematográficamente con bajos recursos. Esto no es algo que se haya inventado ayer. La expresión para delimitar la pasión sobre la realización cinematográfica: “Para hacer una película solo necesita de una cámara” es, en mi opinión, el primer punto de todo realizador, tenga los recursos económicos o no. Por lo tanto me atrevería a decir, que el cine comenzó siendo guerrilla, pues los Lumiere solo necesitaron de su cinematógrafo para capturar las imágenes del tren, así como De Sica marcó pauta con el neorrealismo, o Von Trier canonizo un manifiesto para su cine Dogma. En general, lo que se plantea es retornar a la pureza de evento cinematográfico, el resto son extras. Y la palabra sólo es el término que se aplica al paso del tiempo, su significado no varia.

El autor se vale de esta expresión, para realizar el filme, es por lo tanto, obvio, necesario, y quizás hasta obligatorio, por la necesidad de realizar un producto bajo estás reglas, que la película, se construya en base a lo que otros consideran un error.

La fotografía:

Es una tontería afirmar que la película se ve oscura, porque no ha sido fotografiada, cuando en “Celebración” de Von Trier (1998), en gran parte de los planos que transcurren de noche, el espectador se siente perdido, pero irónicamente esto ayuda a la construcción de la historia para crear un ambiente de tensión.

En el cine, nada es gratuito, por lo tanto la fotografía de Subhysteria deja ver un manejo fotográfico, que está acorde con lo que se narra, con la evolución de los hechos, y el desarrollo de los personajes.

Esto le da a la historia una sensación amateur, de video casero, de copia encontrada, donde el espectador se debe sentir un Voyeur ante los acontecimientos.

La cámara:

La cámara en mano acentúa una necesidad orgánica que refleja la angustia de los personajes accidentalmente atrapados. Es una cámara lápiz (Rev: Caméra-Stylo. Astruc, 1948) que va dibujando continuamente las secuelas del encierro, que han sido victimas los personajes.

Está cámara en momentos logra unidad, y en otros solo distancia al espectador de la historia. Resultando de esa manera no siempre acertada, y dejando creer que los planos de la película, han sido de igual forma improvisados y no estudiados (Véase: “Sábado” de Matías Bize, 2003), esto hace que la historia se derrumbe en puntos de importancia para la revelación final de los acontecimientos, separando al espectador de una complicidad que debió haberse logrado por completo, la historia así lo permitía. Pues sí los personajes están conociéndose así mismos a medida que se desarrolla la trama, el espectador debe plantearse, junto con el personaje, el estar en una situación similar, y lograr ejercer una situación catártica que permita que el filme, funcione como es debido.

SubHysteria, no lo logra. Pero se acerca en alguna medida a ello.

Ya se han encontrado casos donde la cámara se convierte en un protagonista más, el ejemplo más cercano puede ser “Irreversible” de Gaspar Noe (2002), la construcción dramática que permite el lente en este filme juega un papel similar y análogo al de SubHysteria, crear confusión, caos, angustia y por momentos repulsión. De esta manera, contradictoriamente, poder enlazar al espectador, y crear empatía y rechazo por lo que ve.

Está situación queda a medio camino por el inconstante ritmo en el que suceden los hechos.

EL CONTENIDO.

Las situaciones extremas siempre han sido grandes justificaciones para el desarrollo de los acontecimientos en base al comportamiento humano, en el caso del encierro accidental u obligado, varias películas han tomado esta anécdota como punto de partida: El ángel exterminador (1962), El Experimento (2001), Unknown (2006), The Hole (2001), Viven (1993), entre otras.

Esto permite claramente poder jugar con las emociones de los personajes y llevarlas a su máximo esplendor donde la conducta y las consecuencias que derivan las acciones de los personajes se convierten en el protagonista de la historia. Todo personaje obtiene su recompensa o su castigo, este planteamiento es en general el Leitmotiv de cualquier historia. Y todo personaje debe sufrir un cambio para bien o para mal.

Los 16 personajes (La prostituta, la obsesiva, el predicador, el líder, El ex policía, la pareja de lesbianas, los 3 venezolanos, El matrimonio joven, el conductor del tren, El cubano, La yonqui, La artista) enmarcan la historia de este filme. Personajes estereotipados, con problemas de fácil compresión para el espectador. Estos rasgos permiten la congruente identificación de cada cual, y siendo improvisadas las acciones, el arte dramático del perfil de los personajes y su posterior comportamiento a medida que avanza la acción queda de lado, para darle paso al juego del comportamiento derivado de cada rasgo característico que hace la suma de todos los eventos.

De esta manera, el resultado resulta débil y no del todo acertado. Los actores hacen lo posible por intentar llevar el cause de la historia planteada, pero por momentos abordan la situación con cierta ligereza. ¿Vivir en la incertidumbre de vida a qué conlleva? ¿Tan rápido el ser humano es capaz de olvidar que su vida esta en juego? ¿Cuáles son las motivaciones verdaderas de cada uno de nosotros al vernos en una situación de encierro? ¿Dónde queda la ley del más apto? ¿Es el ser humano malo por naturaleza?

Son algunas de las preguntas que el filme responde y otras que deja a la deriva. Provocando en el espectador un desequilibrio discursivo, que la historia prometía aclarar, pero que deja a la libre interpretación.

Es claro, que estos personajes están condenados a fracasar en sus vidas, más claro es aún cuando el fracaso se convierte en algo tangible al quedar atrapados dentro de un vagón durante más de 40 horas, la condena se convierte en algo visible. Pero los personajes, en escasos y muy puntuales momentos, no son capaces de afrontar del todo esta situación, sus propias situaciones (El ex -policía es un ejemplo claro de cambio conductual).

Hacen dentro del vagón, lo que harían en libertad absoluta, no hay cambio en la manifestación psicológica de muchos de los personajes que resultan ser un relleno casi caricaturesco como es el caso de los 3 venezolanos, o peor aun en la salida fácil que adopta el accionar del personaje del Cubano.

Es por ello que considero que la película falla en su labor de intentar darnos un ensayo sobre la conducta del ser humano en este tipo de situaciones.

Pero donde pierde sustancia, en el juego de los personajes, la gana en momentos de reflexión, donde se nos muestra gente desconocida que no tiene más solución que intentar mantener un dialogo, sembrar la confianza, y el respeto. Y cuando la costumbre del encierro se aploma a la razón, la luz al final del túnel, se convierte en el acto más pesimista, en la lejanía, en la culpa.

Seres que no tendrán salvación, y nunca tendrán la oportunidad de tenerla, porque los vicios pueden más que cualquier razón lógica.

¿SUBHYSTERIA UNA PELÍCULA VENEZOLANA?

Ya de esto se ha hablado mucho, quizás nuestro sentimiento de patria no nos permita ir más allá. Es una película realizada en los Estados Unidos, con cuatro talentos venezolanos en la actuación -De alrededor de 20, también de nacionalidades varias-, y con un presupuesto netamente independiente, sin apoyo económico del estado Venezolano. El Director y el productor son Venezolanos, pero con más de una década fuera del país, y radicados a tiempo completo en New York. El músico Argentino, y quizás todos aquellos que están dentro de la ficha, pertenecen a una nacionalidad distinta.

SubHysteria no es una película venezolana, es una película realizada por venezolanos en el extranjero. Pero eso tampoco la convierte en una película Norteamericana. SubHysteria la planteo como una película universal, sin una nacionalidad aparente, pero con una necesidad implícita de pertenecer a quien la vea. Es una verdad que no debería sentarle mal a nadie, es un logro personal para sus realizadores que han querido compartir con nosotros, mostrarnos la experiencia e intentar expandirla dentro del territorio.

FIN DE LA HOJA.

Quizás sea un experimento, no del todo fallido. Pero eso no la hace un objeto de descalificación personal, ni debería convertirse en la victima de los fanáticos extremos.

SubHysteria es una película como cualquier otra, no es la salvación, nunca lo fue, jamás lo será, pero si tiene en su núcleo la necesidad de decir algo, de transmitir, de dejarse escuchar, y ver, presiento que no estamos abriendo bien los ojos.

Este no es el comienzo de una nueva era, por ahí no se acerca el salvador del cine nacional, no faltan diez años para que el realizador estrella haga la película que los venezolanos adopten como suya, eso no existe, no se puede esperar.

Debemos hacer, naufragar, tragar agua, levantarnos, seguir haciendo, luchar, crear, imaginar. El venezolano debe tener la suficiente capacidad de discernir sobre lo que esta viendo, de justificar, de discutir con hechos. En el momento en que dejemos de decirnos: Debí ah ver visto otra película, porque esta es muy aburrida. En ese momento, lograremos ser espectadores con nivel, y si no nos gustó, poder debatir el por qué.

Daniel Dannery.

sábado, 1 de mayo de 2010

Breves: En busca del tiempo perdido.




La minuciosidad de la memoria obsesiva y enfermiza de Marcel Proust hace que tras cinco segundos de mirar la casi desconocida adaptación cinematográfica de su En Busca del Tiempo Perdido. (Raoul Ruiz, 1999) Apenas le prestas atención, con las uñas ya sacadas, comienzas primero con el desconcierto y luego a bajar la guardia, ya innecesaria, y queda uno entregado a la risa tierna ante tantos de esos clichés que se le atribuyen, casi como una leyenda urbana, al cine francés.
Pedro.

Breves: Anne Bancroft




Anne Bancroft en Grandes Esperanzas (Alfonso Cuarón, 1998) es la maravillosa criatura olvidada, tan olvidada que se ha olvidado a sí misma. Y el olvido a veces puede ser esa salmuera en la que nos conservamos.
Pedro.