Afortunado ejemplo de lo que David Lynch llama "moving picture", recordatorio del principio fundamental que nos permite tener cine, el trabajo de William Kentridge logra introducir efectivamente una narrativa, aunque sutil y difícil, en este tipo de manifestaciones, partiendo de la profunda experiencia y conocimiento de la historia y situación política sudafricana pero además sin desligarla de los estados psicológicos que se suscitan en evidente retroalimentación.
A lo largo de su carrera, Kentridge da pasos hacia atrás y hacia adelante en la naturaleza del discurso cinematográfico y el plástico, evidenciado en la manera en que decide mostrar su obra al público. Comenzó proyectando sus cortometrajes animados de manera tradicional, en una sala de proyecciones, frontalmente. Luego comenzó a mostrar en paralelo a la proyección los cuadros terminados de la película, como obra de arte definitiva en sí misma. Actualmente realiza proyecciones simultáneas en las cuatro paredes de una sala.
Pedro.
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